viernes, 29 de mayo de 2015

ÉLITES ATERRADAS

Tengo la sensación de estar asistiendo a un cambio. Un cambio que será trascendental y duradero. De esos que más tarde se estudiarán.

Observo ese cambio desde mi ventana privilegiada. Ventana urbana, de una ciudad no pequeña.

Una ventana que está en un hogar donde se lee, se debate y se participa.

Por todos esos motivos creo que mi ventana es privilegiada, no está en un entorno más rural ni menos informado.

Por ello se que este cambio no será a la velocidad que para mí es evidente. Será incluso a veces exasperadamente lento, pero ha empezado.

No hay otra forma de explicar el esperpento ridículo en el que las élites y los sectores consolidados de este país están cayendo.

En solo un día, repito, solo un día, asistimos a la destrucción indiscriminada e indisimulada de miles de documentos de muchos ayuntamientos e instalaciones.

Asistimos al shock postraumático de Esperanza Aguirre absolutamente descolocada. Pidiendo, casi suplicando, apoyos imposibles. Como esa escena final donde el villano, sabiéndose derrotado, implora la clemencia que él jamás mostró.

En un solo día vemos al director de la guardia urbana dimitir por su preocupación por ser dirigido por una nueva alcaldesa. ¿cuantos alcaldes le han mandado antes? ¿por qué está vez le asusta?

Y también hoy los mercados financieros, esos especuladores aceptados socialmente, caen presas de un mismo miedo.

Miedo a Podemos? No lo creo.
Miedo a Colau o Carmena? Tampoco lo creo.

Han negociado antes, tanto en España como fuera, con partidos de diferente "supuesta ideología".
Acaso suponen ya que Podemos, Colau o Carmena son incorruptible? No. No es ese su miedo.

Podrían llegar a comprar a Podemos o a Colau,incluso a la jueza Carmena.

El miedo viene de más abajo. El miedo viene de este blog, y de tantos otros mejores que este. Viene de Twitter. Viene de mareas, de asociaciones.

Sienten ese cambio. Sienten como han tensado tanto la cuerda que se les ha roto. Saben que traspasaron los límites. Límites de corrupción, de impunidad, de opresión y de manipulación.

Y ahora, al otro lado, suena un rumor. Un loco que se queja, otro loco que lo escucha. Y se contagia.

Empezamos por querer saber, desde el Ttip hasta los costes de todo. Y seguimos con querer participar. Ni ciegos ni espectadores.

Lo amargo de estos años nos ha enseñado que no podemos pretender dejar nuestro futuro en manos de nadie. Lo que queramos para nosotros tendremos que construirlo nosotros.

Y eso les aterra.

No es que pierdan dinero. Lo que temen es perder el control.

Temen, y saben, que ven levantarse un nuevo sistema donde ciudadanos cada vez más formados exigen no sólo saber, sino también opinar y participar.

El rumor pasa a ser clamor.

El dueño pasa a ser individuo.

El individuo pasar a ser el dueño.

Y allí es miedo.
Aquí, es ilusión.

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